No reconoce término medio: símbolo de la paz o rata con alas, pasa del prestigio bíblico y la universalidad brotada del lápiz de Picasso a la reprobación por ser una transmisora de enfermedades y ocasionar daños en monumentos y edificios.
Hace pocos días, contamos la tragedia de Florencia, una joven de 26 años que perdió su bebé, sufrió un ACV y en la actualidad, está intentando volver a caminar. Estas penurias fueron consecuencia haber aspirado restos de materia fecal de una paloma, a la cual nunca vio, que suelen quedar suspendidos en el aire. Los médicos le diagnosticaron cálculos en los riñones, luego una hernia, VIH, toxoplasmosis. Se determinó finalmente que padecía histoplasmosis, mal que se desencadena por la inhalación de las esporas de un hongo, que se halla con frecuencia en los excrementos de las palomas. Esta patología suele afectar los pulmones, pero en algunos casos puede propagarse a otros órganos, como el cerebro, como le sucedió a esta joven.
Según los especialistas, este símbolo de la paz puede contaminar un alimento mediante su materia fecal, plumas o parásitos, así como transportar en sus patas las bacterias de la salmonelosis y transmitirla cuando caminan en áreas donde la gente coloca sus alimentos, como bancos, o mesas ubicadas al aire libre. Se hospedan en ella, ectoparásitos que afectan a las personas, como la chinche del nido de la paloma, la garrapata, la pulga, piojos o ácaros que se pueden introducir en las casas a partir de los nidos construidos cerca de las viviendas. Entre las enfermedades que transmiten, según una veterinaria, se hallan la histoplasmosis, la criptococosis, la salmonelosis y la psitacosis, habitualmente transmitida por loros, pericos y papagayos, pero también por palomas infectadas.
San Miguel de Tucumán, especialmente el centro, está superpoblado de esta ave y su existencia es cada vez mayor dada su gran capacidad de reproducción, sin embargo, no ningún plan para controlarlas, según un funcionario del Siprosa. “Urge combatirlas. El problema es que cada vez hay más en Tucumán. Se adaptan perfectamente a la vida en las ciudades, no son tímidas, no temen acercarse a las personas. Y la gente no toma conciencia del peligro que representan. Hace siete años perdimos un colega, que falleció después de estar en contacto con una paloma enferma. Sabemos de otros casos de personas que se vieron afectadas, como el de Florencia”, afirmó la veterinaria. La especialista dijo que lo óptimo sería que en Tucumán quedara el 10% de la población total de palomas actuales, apelando a ponerles anticonceptivos en la comida.
Para combatir la plaga se podría promover la presencia de halcones o búhos, que son sus predadores naturales. Hay quienes sostienen que podría convertirse en alimento, como sucede en muchos lugares del campo, cuando el hambre aprieta. En 2012, a raíz de una polémica en Córdoba, cuando un funcionario propuso incluir palomas en un plan alimentario infantil y lo destituyeron, el doctor Alberto Cormillot señaló que en muchos lugares las comen y son nutritivas, con valores similares a los de la vaca o el pollo. Acerca de si existían riesgos de transmisión de enfermedades, el profesional dijo que una vez cocinadas es lo mismo que la carne de vaca o pollo. Nos parece que debería efectuarse un estudio sobre esta plaga y cómo combatirla; se podría consultar a otras ciudades que hayan solucionado este problema. Si bien los casos conocidos, que han padecido el perjuicio de la paloma, no han sido muchos, sería importante que el Estado concientizara a la población sobre los daños que puede producir este bicho y realizara un control permanente. De ese modo, se estaría preservando la salud ciudadana.